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Las estrellas se observan en el cielo nocturno como
puntos luminosos, titilantes debido al efecto de la atmósfera terrestre. El Sol, al estar tan cerca, se observa no como un
punto sino como un disco luminoso cuya presencia o ausencia en el cielo terrestre provoca el día o la noche respectivamente. Son objetos de masas enormes comprendidas entre 0,08
y 120 masas solares (Msol). Su luminosidad también tiene un rango muy amplio yendo desde una diez milésima
a un millón de veces la luminosidad del Sol. El radio, la temperatura y la luminosidad de una estrella se pueden relacionar
mediante su aproximación a cuerpo negro. Las estrellas se forman en las regiones más densas de las nubes
moleculares como consecuencia de las inestabilidades gravitatorias causadas, principalmente, por supernovas o colisiones galácticas.
El proceso se acelera una vez que estas nubes de hidrógeno molecular (H2) empiezan a caer sobre sí mismas, alimentado
por la cada vez más intensa atracción gravitatoria. Su densidad aumenta progresivamente, siendo más rápido el proceso
en el centro que en la periferia. No tarda mucho en formarse un núcleo en contracción muy caliente llamado protoestrella.
El colapso en este núcleo es, finalmente, detenido cuando comienzan las reacciones nucleares que elevan la presión y temperatura
de la protoestrella. Una vez estabilizada la fusión del hidrógeno, se considera que la estrella está en la llamada secuencia
principal, fase que ocupa aproximadamente un 90% de su vida. Cuando se agota el hidrógeno del núcleo de la estrella, su evolución
dependerá de la masa (detalles en evolución estelar) y puede convertirse en una enana blanca o explotar como supernova, dejando
también un remanente estelar que puede ser una estrella de neutrones o un agujero negro. Así pues, la vida de una estrella se caracteriza por largas fases
de estabilidad regidas por la escala de tiempo nuclear separadas por breves etapas de transición dominadas por la escala de
tiempo dinámico. Una estrella típica como el Sol tendrá simetría esférica y perderá
a lo largo de su vida una cantidad de masa despreciable con respecto al total. En el Sistema Solar unos 1020 gramos
de materia estelar son expulsados por el viento solar cada año. Las pérdidas de masa sólo serán significativas en las estrellas
de más de 10 masas solares, las cuales son mucho más escasas. En las fases finales del ciclo, ya sea mediante supernovas o por
la acción de intensísimos vientos estelares, la estrella expulsa parte del material que la forma al espacio interestelar.
Esto incluye elementos pesados producidos en la estrella que más tarde formarán nuevas estrellas y planetas, aumentando
así la metalicidad del Universo.
Posición de Sirio en la constelación de Can Mayor.
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